Estrés

En la sociedad actual, en la que hay un ritmo de vida tan exigente que nuestro sistema nervioso no está preparado para afrontar, es cada vez más habitual que las personas tengan sentimientos de tensión física o emocional, con pensamientos constantes a alta velocidad y emociones de frustración, ira, nerviosismo, o agotamiento.

Este estrés tiene consecuencias a nivel psicológico, generando síntomas de ansiedad, depresión, conductas adictivas, impulsividad o agresividad, y desorganización de funciones vitales naturales como el comer o el dormir. Pero también tiene consecuencias a nivel físico provocando problemas gastrointestinales, enfermedad cardíaca, diabetes, hipertensión, dolor, enfermedades autoinmunes, cáncer y demencias.


Aprender a priorizar lo importante en función de los propios valores, a organizar los hábitos, y a gestionar las emociones y los pensamientos son requisitos básicos para mantener el estrés lejos de nuestra vida cotidiana.

Niños/as con estrés

Los niños y adolescentes también sufren estrés, con las exigencias escolares más sus agendas llenas de actividades extraescolares diarias, a lo que hay que añadir la presión generada por la tiranía de las redes sociales, que son de naturaleza adictiva, además de promover la falta de concentración y la apatía. Estas redes sociales les añade una inseguridad y auto-exigencia a nivel social, así como con su propio cuerpo y con el valor de su propia vida. Todo ello se ha convertido en caldo de cultivo de numerosos trastornos mentales en adolescentes y jóvenes.